No hay amor más grande que el de Aquel que dio su vida por ti

(60″ x 50″) Óleo sobre Tela, 2013

El dolor y la angustia de María debieron ser inigualables. Imagino que cuando atravesaron el costado de su Hijo debió recordar las palabras de Simeón cuando le dijo que una espada traspasaría su mismísima alma.

Qué imagen tan cruda; los soldados escupiendo, humillando a su Hijo que a penas…  ayer… tenía entre sus brazos. Los sacerdotes discutiendo acerca del letrero que Poncio Pilato había escrito identificando a Cristo como el Rey de los Judíos. Mientras los fariseos sonreían contentos por haber logrado, al fin, colgar en el madero a aquel hacedor de milagros.

Llena de gracia, verdaderamente debió de haber sido llena de gracia porque haber permanecido frente a la cruz y ser testigo de toda la crueldad y la maldad de que somos capaces los hombres… solamente la gracia. La gracia de un Dios santo, de un Dios bueno debió sostenerla. Porque presenciar la muerte voluntaria de su Hijo para que personas como tu y como yo nos reconciliáramos con el Padre, no debió, por ningún instante, haber sido fácil.

Dios le dio exactamente lo que necesitó para acompañar al Salvador, su Hijo, en silencio hasta el último momento. Y aún allí, en medio de tanto, tantísimo sufrimiento, no hay amor más grande que el de aquel que dio la vida por ti.

One Response

    Qué hermosa pintura!
    Felicidades!
    Definitivamente no existe mayor muestra de amor.
    Jesús nos amo hasta la muerte.
    Saludos y muchas bendiciones!
    Desde Guatemala.
    #DiosEsBuenoTodoElTiempo!

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